viernes, 16 de enero de 2015

¿Ser Charlie o no ser Charlie? Esa es la cuestión

A una semana de los incidentes ocurridos en París las muestras de solidaridad y los comentarios no han dejado de surgir alrededor del mundo. Y si bien todo el mundo reprueba las muertes ocurridas (con excepción de quienes apoyan a los ejecutores), las opiniones sobre las publicaciones del semanario Charlie Hebdo han sido diversas y muchas veces contrarias unas con otras.

Está claro, y casi todo el mundo está de acuerdo en este punto, en que nada justifica los asesinatos de la pasada semana. Sin embargo he escuchado opiniones respecto a los dibujantes del periódico como "ellos se lo buscaron" o "ya debían estar preparados, sabían en que se metían". Y es que ellos tenían incluso protección policial debido a amenazas que ya habían recibido debido a sus publicaciones. Al principio de los hechos todo el mundo dio su apoyo, pero al mirar y ver las portadas y dibujos publicados por ellos se puede entender, mas no justificar, el porque de lo ocurrido.
 

Muchas personas se han pronunciado al respecto. El Papa Francisco ya habló sobre los límites de la libertad de expresión. El mundo musulmán ha reprobado y rechazado los hechos violentos pero también ha expresado su descontento por ciertas publicaciones del semanario. Un periodista musulmán expresaba: "Las creencias religiosas extremas no son mucho más que una afirmación cínica de una política que no es pluralista".

Otro discurso engañoso es el de los políticos. Que bien que hayan marchado juntos, muchos de ellos dejando de lado diferencias, mostrando su rechazo a los hechos; pero que pena que lo hayan hecho solo porque esto ocurrió en París y fue hecho por extremistas. Varios periodistas murieron en los ataques israelíes a Gaza el año pasado, cientos de personas la semana pasada en Nigeria, y nadie se ha manifestado. Igualmente los medios. Hablan de libertad de expresión pero muchas veces no publican ciertas noticias o lo hacen de forma sesgada.

Invirtamos ahora los papeles. Supongamos que me voy a expresar mediante una sátira, por ejemplo de los franceses. Imaginemos que hago una caricatura donde se ven a dos franceses de poca estatura, uno mira a la torre Eiffel y dice "que gran falo que nos hemos mandado", mientras el otro mira dentro de sus pantalones y piensa "al menos compensa el tamaño del de acá". Algunos franceses se lo tomarán como broma, otros se sentirán ofendidos y quizás hasta reclamen; pero no sería de sorprenderme si alguno, tan enojado por mi publicación, me reconoce en la calle como el autor de la misma y me cae a golpes.

Seamos claros: la libertad de opinión y expresión no es lo mismo que libertad para ofender. El Charlie Hebdo, y todos quienes lo apoyan, se fundamentan en la libertad para expresar, mediante la sátira, sus opiniones y críticas. Y por supuesto que en Francia como en muchos países de occidente es así. Pero lo que para unos puede ser una crítica y opinión mediante la sátira, para otros puede ser una clara y muy fuerte ofensa.

Y ahí nace el dilema de ser o no Charlie. Pero en ningún caso el serlo o no justifica los ataques en París ni en ningún otra parte del mundo.

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