domingo, 16 de febrero de 2014

La honestidad y el valor de la palabra: Lecciones de los abuelos



Gracias a Dios desde que tengo uso de razón, y hasta el día de hoy, tengo la dicha de haber podido disfrutar de mis abuelos en vida, tanto paternos como maternos. Y aunque nos han dado muchas cosas durante muchos años, hay un par de anécdotas de mis dos abuelos varones, que me las contó mi mamá ya que ocurrieron cuando yo era muy pequeño, cuyas lecciones que creo podrían ser la mejor herencia que puede alguien dejar, y las quiero compartir.

La honestidad.

Mi abuelo materno hace muchos años fue Teniente Político de una parroquia rural de Portoviejo, de donde es mi familia. En una ocasión, durante un baile, hubo una trifulca entre unos hombres. Mi abuelo, haciendo uso de sus funciones, mandó a detener a estas personas y las llevaron a la teniencia política por alterar el orden. Para poder salir debían pagar una multa, según lo que establecía en ese tiempo la ley, y por supuesto la pagaron.

El día lunes después del incidente mi abuelo muy temprano viajó a Portoviejo para entregar el dinero en el Municipio de la ciudad, pues eso era lo que dictaminaba la ley. Sin embargo todos en la municipalidad quedaron sorprendidos por el hecho, ya que la costumbre era que el Teniente Político se quedara con el dinero de las multas (por eso la gente buscaba tal designación). Fue tanta el asombro que el hecho llegó rápidamente a oídos del alcalde de ese entonces.

Mi abuelo dio a todos los que se enteraron del hecho, y a los que lo conocen, una gran lección: La honestidad. No es necesario ser honesto para quedar bien ante los demás, es necesario ser honesto para estar bien con uno mismo.

El valor de la palabra.

En la familia por parte de mi padre la mayoría de los varones somos choferes profesionales (aunque no ejerzamos como tales). Los que han ejercido la profesión mas han sido mi abuelo paterno y mi papá, y ambos han sido miembros del sindicato de choferes de la parroquia donde vivíamos.

Justamente en una ocasión, para las elecciones internas, un grupo de socios habían decidido lazar de candidato a mi papá como secretario del sindicato. Mi papá no le había dicho nada a mi abuelo aún, ya que asumía su apoyo. Cuando este último iba llegando a la reunión donde se iba a hacer la elección, el otro candidato, muy astutamente, se le acercó a pedirle su apoyo y su voto. Él le dijo que si, ya que era conocido suyo. 

Durante la elección, que era por voto público, al tocarle el turno a mi abuelo, se levantó y dijo que estimaba a su hijo (mi papá) pero que ya le había dado "su palabra" al otro candidato así que votaba por él. 

Con esto el otro candidato ganó y mi papá estuvo resentido un tiempo y ni le hablaba a mi abuelo. Este le dijo que para la próxima le avisara antes, para no dar su palabra (y por ende su compromiso) a otra persona, ya que para él ésta valía más que cualquier contrato.

26/12/2018: Mi abuelo acaba de ser sepultado, pero esta lección no se me olvida aún.

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